APRENDER JUGANDO


Imagínate que llegas a casa cansad@ después de un día agotador, y nada más entrar, los más pequeños de la casa te empiezan a contar de forma frenética su fantástico o terrible día… ¡Socorro!

Ante esto ¿Qué hacer? Tienes 2 opciones: mandarles callar con la incomprensión por parte de ellos de lo que acabas de hacer o… ¡Unirte al «enemigo»!

¿Qué tal si te quitas los zapatos, te pones cómod@ y te tiras con ellos por el suelo a sacar tus propias tensiones y a contagiarte de su energía vital?

niñaJuega, masajea, acaricia, ríe a carcajadas, revuélcate con los niños… tocaros el pelo, las manos, los pies, la espalda… contaros cuentos usando la imaginación y creando finales distintos a los conocidos, encontrar complicidad… Busca la felicidad en las cosas simples. ¡Es tan fácil llegar a ellos si tu te lo permites! Y lo que es mejor, te sentirás totalmente renovad@.

Cocina con ellos, mancharos de harina y huevos si hiciera falta recordando que igual que se ensucian las cosas… también se limpian y recogen… Dales responsabilidades como poner la mesa para todos y a la vez enséñales a contar: 1 plato, 2 platos, 3 platos… que busquen servilletas de un color concreto y que coincidan con cualquier otro objeto de la mesa. Busca ideas apropiadas para seguir creciendo en familia. Hazlo de tal forma que aprendan jugando pues esto les da confianza para seguir en este camino de aprendizaje juntos.

Los niños están deseando participar con los mayores, saber lo que esperamos de ellos, ellos quieren dar… pero también recibir. Diles «¡Muy bien hecho!» cuando lo hagan bien o si no fuera así, enseñales cómo hacerlo ofreciéndoles nuevas oportunidades. No olvides que lo que das, recibes.

Yo aprendí jugando, imitando, riendo, enfadándome, superándome,…  y sabía que podía contar con mis mayores cuando me equivocaba. Nadie nace enseñado y la vida es un continuo aprendizaje. Sigo aprendiendo cada día y espero que así sea siempre. Ah… ¡Y sigo jugando!

Isabel Iñesta – Prem
Febrero 2013

 

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